Terremoto contra viento y marea
Hay lugares por los que parece que no pasa el tiempo. Barrios y plazas medio escondidas en las que se mantiene la vida de antaño. Banderitas en su cielo al vaivén del aire marinero, bombillas que dan luz a las decenas de historias que se entrelazan en esas calles, redes cansadas de coger pescado, cajas de madera esperando ser llenadas de arte y un humilde escenario. Estamos en los Recitales Flamencos de Santa Lucía, Cartagena. María Terremoto ya derrama su arte entre el griterío de la plaza y mi amigo Onésimo y yo nos decimos: ¡Qué voz tendrá esta niña con 60 años!
Diecisiete años, hija de Fernando Terremoto, nieta del Terremoto de Jerez y llamada a ser el futuro de este arte. Sin embargo, Santa Lucía permitió solo unas pildoritas del cante de María. Difícil tarea mantener la concentración y la sangre hirviendo en un ambiente ruidoso. Aun así, un solo quejío suyo bastó para sanarnos.
Dos partes tuvo su actuación en el barrio cartagenero. Malagueña, bulerías por soleá y tientos tangos la primera de ellas. Frío su arranque y parón a nuestras esperanzas cuando vislumbrábamos ya un bonito horizonte tras cerrar por Extremadura su tercer cante. Tres de ellos y bingo. Bingo literal en la plaza de la Marina Española de Santa Lucía: caja de cerveza, refresco de cola, de naranja y limón el primero de ellos, dos botellas de aceite de girasol, otra de aceite de oliva y lavavajillas concentrado, de cinco litros todo, el segundo. El último mas apetecible: un queso, una sobrasada y algún manjar mas que no llegué a escuchar. Y nosotros huérfanos de María y mirando como el público jugaba al bingo.
Minutos después, bastantes, un tímido silencio predecía que la jerezana volvía al escenario. Así fue. Cantiñas, fandangos y bulería su propuesta en esta segunda parte de la noche. Ahora sí, María Terremoto en estado puro con esa voz rotunda y sabor añejo en su garganta. Sacó su genio y su rabia lanzándola al aire de Santa Lucía. Si había ruido, cante a palo seco para reivindicar que esta soy yo: María Terremoto.
Nos quedamos con eso: hay cantaora. De las grandes.
Redacción y fotografía: Gabriel Maldonado.