Uxía y Ruibal o el triunfo de la sensibilidad

 El norte y el sur se alinean con la unión de Uxía y Javier Ruibal en un proyecto íntimo que derriba fronteras, llena los teatros de emociones y ofrece músicas para el corazón. Murcia fue, el pasado jueves 12 de abril, una de las primeras ciudades en vivirlo y su Teatro Romea uno de los primeros escenarios en abandonarse al ritmo de la dulzura y sensibilidad que ambos artistas acunan. Un lujo en estos días en los que todos andamos mas empeñados en separar que en unir.

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La brisa gallega, cargada de sencillez y olor a hierba mojada, llegó al Romea en la primera parte del espectáculo de la mano de Uxíala voz del Atlántico. Una voz madura, plena y curtida en mil abrazos. Treinta años la contemplan guardando el mayor de los tesoros: la cultura popular. Tesoros que enriquece aleándolos con otros sones, con los matices de otras músicas y eso ofreció en MurciaRamo verde, O aire, O pouso do tempo o Xente da festa con la guitarra de Sérgio Tannus para tender un puente al Levante, haciéndonos llegar los aires de la música de sus ancestros, de su tierra. Música con la que se conecta fácilmente, música que bebió también de la poesía de Rosalía de Castro –Bos amores con la guitarra eléctrica de Marcos Teira– y que se hace más grande en la voz dulce y cercana de Uxía.

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Y de la poesía del norte a la del sur, de Rosalía a Lorca, de Uxía a Ruibal quienes ensamblaron sus voces y sus emociones por primera vez  dando a luz esta belleza de canción, engendrada en los adentros y en los anhelos del poeta de Granada

¡Ay, qué trabajo
me cuesta quererte como te quiero!

Por tu amor me duele el aire,
el corazón
y el sombrero.

¿Quién me compraría a mí
este cintillo que tengo
y esta tristeza de hilo
blanco, para hacer pañuelos?

La mar no tiene naranjas
ni Sevilla tiene amor.
Morena, qué luz de fuego.
Préstame tu quitasol.

Me pondrá la cara verde,
zumo de lima y limón
tus palabras, pececillos,
nadarán alrededor.

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Dejamos la delicada meseta que ambos construyeron para nosotros para dirigir durante un ratito nuestra mirada hacia el sur. Javier Ruibal se quedó a solas frente a la maravillosa minoría, que, como desde hace treinta y cinco años, escoge sentir a su vera. Con Lejos del mar comenzó a hacerlo: sentir, eso que hoy en día está tan pasado de moda. Sentir, vivir, soñar… la quintaesencia del gaditano. Llegaron ecos de bulería en su Sueño que te sueño, pero no quedó ahí la cosa. Más compás flamenco que susurraba por momentos colombianas, tangos en otros, llevándonos por los vericuetos de Cádiz: Toíto Cái lo traigo andao. El Ruibal más íntimo, el que te deshace en tu butaca, nos llevó al año 2001 con Guárdame de su disco Las damas primero y el Romea temblaba. Viajamos más al sur, al sur del sur con La flor de Estambul, perteneciente a Pensión Triana de trabajo publicado en 2010. Y con esos matices árabes cerró Ruibal la segunda parte del espectáculo.

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Sus pasos se volvieron a unir en el último tramo de la noche. Ruibal acompañó por las corredoiras gallegas a Uxía con el poema de Manuel María Heiche dar un bico y por aquellas tierras anduvieron acordándose de las meigas –que haberlas haylas– y de María soliña, en la letra de Celso Emilio Ferreiro. Y del embrujo gallego a la alegría del sur: Ave del paraíso y la celebrada Isla Mujeres, no sin antes pararnos con Alalás encadenados profundizando así en la tradición gallega. Tras casi una hora y media de delicadeza llegamos al final del recital con un público que continuó tarareando Isla Mujeres. Como no podía ser de otra manera, los artistas  volvieron al escenario para regalar unos últimos minutos de paz y bienestar: Para llevarte y a vivir, Danza da Lúa y la no menos celebrada A Rianxeira. Bendita esta comunión de culturas y bendito ese tránsito de norte a sur entre Uxía y Ruibal.

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Redacción y fotografía: Gabriel Maldonado.

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