Una estrella perpetua

 El Auditorio Paco Martín recibió, la noche del viernes, a una de las artistas más asiduas de La Mar de Músicas. Silvia Pérez Cruz vino por primera vez al festival en 2011, cuando formaba parte de Las Migas, para actuar en la plaza del Ayuntamiento; volvió en 2013 compartiendo escenario con la peruana Eva Ayllón; lo hizo de nuevo en 2015, cuando colaboró en el homenaje a Gino Paoli; y finalmente en 2019 compartiendo escenario con Toquinho y Javier Colina. Pero Silvia estuvo una vez más en Cartagena, fue en 2015 en aquel inolvidable concierto, enmarcado en el Cartagena Jazz Festival, en el que presentó su espléndido disco ‘Granada’ junto a Raül Refree.

Con un tema de aquel elepé empezó el concierto del viernes. Sola sobre el escenario comenzó a interpretar los tangos “Que me van aniquilando”. Ese maravilloso tema del maestro Enrique Morente, incluido en el disco “Despegando”, que sirvió como inspiración divina para que, la artista de Palafrugell, acabara aquel proyecto iniciado años antes junto al productor Raül Refree, que finalmente culminó en ‘Granada’. La canción es una declaración de intenciones, que lleva a Silvia a seguir su camino, libre, independiente, exento de cualquier atadura para hacer lo que siente, para transitar entre fronteras artísticas y crear formas nuevas con las que volar.

Realizado el prólogo, comenzó la presentación de ‘Farsa (género imposible)’, su último trabajo discográfico. Una obra en la que la catalana se desprende de todos los condicionantes establecidos para ser totalmente ella. Un disco en el que incluye temas creados para diferentes proyectos, ya fueran para teatro, danza o cine, y que Silvia consideró que debían ser fijados en un soporte sonoro con una deliciosa presentación física. ‘Plumita’ era la canción que sonaba, esa que se integra en la banda sonora de ‘La noche de 12 años’ de Álvaro Brechner, y que se basa en el poema escrito por Mauricio Rosencof durante su etapa en prisión. Ansias de libertad parecen vislumbrarse en la voz de Silvia con sus característicos giros vocales, que construyen melodías impensables.

Los pregrabados sonidos de pianillo infantil servían de tránsito para abrir el primer paréntesis en la presentación de ‘Farsa’ con la interpretación de ‘La Flor’. Ese precioso tema que la catalana le escribió a su amiga, la ilustradora Anne Decis, y con el que vemos a la Silvia más auténtica. Acompañada por su guitarra dice lo que canta para cantar lo que siente, para transmitir belleza con una simplicidad absoluta. Hay veces que no hace falta más y Silvia nos tiene acostumbrados a ello.

Vuelta a ‘Farsa’ para acercarse, siempre musicalmente, al baile flamenco más experimental con ‘’Grito pelao”. Esa postmoderna y transgresora canción que sirvió como banda sonora al genial espectáculo del mismo nombre, creado por la genial bailaora Rocío Molina y por la protagonista de la noche. Recordamos entonces aquella maravillosa última función de ‘Grito Pelao’, que pudimos disfrutar en el año 2018 en el Teatro Chaillot de París. Un espectáculo concebido como un canto a la maternidad y todo el proceso de gestación de una madre soltera. Un canto que se convertía en una preciosa canción que Pérez Cruz dedicó, en la noche del viernes, a todas las madres solteras. No sería esta la única pieza de la banda sonora que la artista interpretase, el ‘Tango de la vía láctea’ sería la otra pieza elegida del espectáculo para ser incluida en el disco y para ser interpretada en el Auditorio Paco Martín. Clásico tango argentino, en la introducción musical, enfatizado por la grabación de bandoneón, que fue continuado por la artista con su eléctrica guitarra, que servía como rotundo acompañamiento a la regia, creativa y maravillosa letra creada por la catalana. Dos composiciones supremas y atemporales que servirían para conseguir el Premio Max a la Mejor Composición Musical en el año 2019. Algo habrá…

Intercaladas entre estas, Silvia ofreció al público cartagenero, otras dos obras, en esta ocasión creadas para teatro, concretamente para el ‘Cyrano de Bergerac’ de Lluís Omar. La primera, el delicado bolero titulado “Estimat” y ese “Ensumo L’Abril”, concebido a partir de versos sueltos de la obra, en un hecho creativo de sumo interés, que nos lleva de la calma al éxtasis distorsionado, a través de las estremecedoras polifonías vocales.

Se ponía en pie Silvia para entrar en un círculo luminoso que atrapaba el elíptico humo, generando uno de los momentos más impactantes del espectáculo. Al más puro estilo Björk, sonaban las deslumbrantes “Par Coeur” y “The Womb”, también gestadas para ‘Grito Pelao’, sobre el paisaje sonoro creado por Carlos Gárate. El halo de luz se abría para llenar todo el auditorio y conseguir el éxtasis musical. Como si de un rito litúrgico se tratase, la luz se elevaba para alcanzar el cielo e imbuir al público en el trance musical. Llegado el summum, el haz lumínico se dirigía puntualmente sobre el pandero cuadrado que Silvia comenzaba a percutir para interpretar la maravillosa ‘Pena salada’, aquella que compusiese para la obra ‘Terra baixa’ adaptada por Luis Omar. Un canto a la Tierra, un regreso a los sonidos más ancestrales para tornar a lo corpóreo, para volver a enraizar con lo real.

Estroboscópicos juegos luminosos iluminaban a una Silvia sentada con su guitarra acústica cantando sobre la “inmensidad del campo”, para llevarnos a esas “Tres locuras”, tema que cierra la película ‘La noche de 12 años’. Continuaba la catalana con las pistas incluidas en el film de Brechner, aunque no en el disco, con la versión de ‘The sound of silence’, esa canción que escribiese, tras la muerte de Kenedy, Paul Simon y que popularizase en su dúo junto a Art Garfunkel. Un tema sobre el que Silvia juguetea con los tiempos y dialoga con su guitarra, tarareando y demostrando sus capacidades vocales con continuas melodías que pasan de los altos a los bajos para crear sensaciones, para intensificar y ralentizar la obra, para divertirse con ella.

Proseguía el paréntesis con la interpretación de ‘Verde,’ ese tema que Pérez Cruz incluyó en su disco ‘Domus’ y que forma parte de la banda sonora de la película ‘Cerca de tu casa’ de Eduard Cortés. Interrumpía entonces un tono de llamada de uno de los walkies del equipo de seguridad del Festival, que Silvia aprovechaba para incluir en su canción, simulando el sonido y tarareándolo para hacerlo música y que lo externo formase parte. Silvia es especial, escucha a su público, sonríe entre sus letras ante comentarios, observa para ser partícipe del momento y esa actitud hace también que los espectadores sean parte de un todo, para generar la comunión perfecta.

De nuevo utilizaba la artista los sonidos de pianillo infantil para crear un ambiente reforzado por una intensa luz trasera, que se abría camino entre su silueta. Entonaba un canto casi celestial que, con ayuda de sus dispositivos, se multiplicaba para formar un coro polifónico de sonoridades espirituales, que servía como introducción a unos versos, a modo de epitafio, entre los que se intuían algunos de ‘Mañana’. Momento oportuno para que sonase ‘Fatherles’, ese que reproduce la letra de la poeta estadounidense Sylvia Path y que habla sobre la dualidad que existe entre lo que somos y lo que mostramos. Idea que intenta fortalecerse con la ambientación centelleante, jugando con diferentes planos de luces para mostrar el dimorfismo. Como si de un Jekill y Mr. Hyde se tratase, la voz de Silvia transita entre estados para intuir una conclusión a modo del célebre Bolero de Ravel. Excelente.

Tomaba asiento Silvia Pérez Cruz para instruir al público en su nueva hazaña de convertir a los asistentes en masivo coro. Así, empuñó su guitarra acústica para juguetear con ella y tararear sus notas, al más puro estilo folclorista americano, para introducir ‘Todas las madres del mundo’. Ese tema con letra del poema ‘Guerra’ de Miguel Hernández contenido en el ‘Cancionero y romancero de ausencias’. La catalana lo eleva a la máxima expresión para acariciar el alma, para hacer aflorar los sentimientos más puros y llegar a los corazones que inevitablemente sangran lágrimas de vida.

Emociones que llegan al culmen con ‘No hay tanto pan’, tema incluido en la película ‘Cerca de tu casa’, que nos transporta a la secuencia cumbre de la misma. Nos hace sentir la historia de Eduard Cortés como propia para, a través de la belleza, gritar contra la injusticia, contra el hambre, contra la diferencia de clases: “Es indecente / gente sin casa / casas sin gente”. Y de película a película para llegar a “Intemperie” de Benito Zambrano, con ese tema escrito por Javier Ruibal, ganador de un Goya como ‘Mejor canción original”, el mismo que ganase en 2017 la propia Silvia con ‘Ai, ai, ai’ de la película ‘Cerca de tu casa’. El pandero cuadrado, con un peculiar sonido perjudicado por la humedad del momento, servía como base a Pérez Cruz para la impecable interpretación de esa canción hermosa y emocionante que es ‘Intemperie’.

Llegaba entonces una de las sorpresas de la noche. La de Palafrugell reclamaba la presencia sobre las tablas de Silvana Estrada, que había actuado momentos antes en el escenario del CIM. Juntas bajo la luna llena, que cobijaba la ciudad de Cartagena, interpretaban una bellísima versión de la canción de Simón Díaz ‘Tonada de luna llena’. Esa que ha sido interpretada por artistas como Caetano Veloso o Natalia Lafourcade y que la catalana incluye en su disco ‘Vestida de nit’. Una versión a dos voces jugando entre distintas tonalidades. Graves y agudos y giros vocales para crear una polifonía de una belleza sublime que desembocó en un interminable abrazo entre las artistas. Para finalizar el concierto Cruz y Estrada interpretaban, ahora sí completo, ‘Mañana’, esa casi ranchera, basada en el poema de Ana María Moix en el que habla sobre su propia muerte. Los astros se alineaban y una enorme estrella fugaz cruzaba en ese momento sobre el Auditorio Paco Martín, quizás fuese el espíritu de este, o de la misma Ana María, que celebraban con felicidad lo vivido. Una estrella fugaz pasó y una estrella perpetua encandiló, una vez más, Silvia Pérez Cruz.

Redacción: Onésimo Samuel Hernández Gómez

Fotografía: José Miguel Cerezo Sáez

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