¡Qué gustazo!
Hay veces que los astros se alinean y en ese instante brota la magia. Todo fluye, y uno, solo puede esbozar una sonrisa y dejarse llevar por la aurora boreal que en forma de música te está embriagando. ¡Cuán difícil es llegar a ello! Pero se consigue. Algunos, doy fe, lo consiguen…
Sobria comenzó la noche en la que Pepe Habichuela y Jorge Pardo fusionaron su arte para el público del Ciclo Fronteras del Auditorio Nacional de Música de Madrid. Granaína la primera parada. Al abrigo de las seis cuerdas de la sonanta de Pepe Habichuela, nos dimos un paseo por las calles y cuestas empredrás de la Granada más flamenca, nuestra tierra soñada. Más solemnidad y jondura por soléa y seguiriya, sus siguiente estaciones, ya con la percusión de Bandolero a su vera, dando profundidad al toque flamenquísimo y lleno de matices del maestro granadino. Se unió Jorge Pardo al final de esta primera parte del espectáculo para teñir de dulzura el toque áspero por taranta del tocaor.
Y de la liturgia austera de la taranta a un paseo en solitario con la flauta de Jorge Pardo. Por bulerías recordó el madrileño a dos maestros Manuel de Falla y Maurice Ravel: Danza del fuego y el Bolero. De nuevo otro momentazo el vivido entre dos mundos lejanos pero a la vez cómplices, viento y golpe para seguir hechizándonos. Continuamos a compás de rumbas, con todo el cuadro sobre el escenario: Josemi Carmona, Pablo Sáez, Bandolero y el propio Pardo para hacernos vibrar en nuestra butaca.
Volvió Pepe Habichuela a escena para regalar a Amparo, su mujer, en el día de su cumpleaños la soleá por bulería que desgranó junto a sus compañeros. Pardo había cambiado ya la sutileza de su flauta por la contundencia del saxo. Sonó también Cádiz en el espacio escénico madrileño pero antes, Bandolero volvió gustarse, a gustarnos, con un solo de percu que hizo temblar los pilares del Auditorio Nacional.
Tangos con el eco de los Morente en los que Pablo Sáez jugueteó con las cuerdas de su contrabajo adquiriendo un gran protagonismo para encarar el final de este gustazo y bulerías cerrando definitivamente la velada y volver a casa pensando que sí…que esto de vivir merece la pena por momentos como estos. ¡Qué gustazo!
Redacción y fotografía: Gabriel Maldonado.