Mares de Papel, alquimia y flamenco
El monumento natural y mágico de las Gredas de Bolnuevo de Puerto de Mazarrón (Murcia) acogió en la noche del viernes 30 de julio el recital de uno de los últimos mohicanos del flamenco, el maestro José Mercé. El concierto estaba incluido en la programación de Mares de Papel, festival organizado por la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Mazarrón en el que tienen cabida numerosas manifestaciones artísticas y que se desarrolla durante todo el periodo estival. Cultura segura y gratuita para alimentar el alma.
La nuestra, la flamenca, aglutinó en torno a la figura del jerezano a numeroso público ávido de latir y sentir flamenco. Durante el paseo hasta nuestras butacas, ubicadas en la privilegiada segunda fila del improvisado espacio escénico mazarronero, escuchábamos conversaciones con este arte por testigo al alimón de improvisados compases de bulerías a las palmas. Gran presagio que fue in crescendo cuando Mercé arribó a las tablas acompañado por la guitarra flamenca de Miguel Salado.
Malagueña del Mellizo para templar la voz y el flamenco canónico ya alumbraba la noche. Comienza siempre José sus recitales bajo el paraguas del clasicismo, mal llamado cante puro porque el flamenco si algo no es, es puro. Malagueña, soleá y seguiriyas su alfa frente al Mar Mediterráneo y la luna menguante. Comienzo jondo, áspero y profundo el suyo acordándose de su hijo Curro: «No quiero a naiden / con los ojitos de mi niño Curro / tengo yo bastante«.
Continuó por fandangos con una larga tanda de letras que remató volviendo a evocar a su primogénito fallecido a la pronta edad de catorce años y en cuyo honor y memoria grabase en el año 2001 A mi niño Curro, dentro de su trabajo Cuerpo y alma: «Que me critique a mí la gente / Dios mío a mí que me importa / soy un águila imperial / y mientras a mí me quede una pluma / por mi hijo Curro de mi alma / no voy a dejar de cantar«. Voz rota, el vello de punta y mirada al cielo en la pelea de Mercé con el cante y con sus adentros.
Del quejío y la melancolía nos llevó a Cádiz, a la Viña y el Mentidero, a la Caleta, a sus bombas y sus fanfarrones. Toda la esencia de Cái por alegrías. Cambiado ya el tercio, virando a horizontes llenos de claridad y preñados del compás y jaleos de su esposa, Mercedes García y Manuel Pantoja, Chícharo, gozamos por tangos a los pies de las impresionantes erosiones de Bolnuevo, coqueto y cuidado barrio de pescadores mazarronero.
Era el turno del mítico Al alba, tema escrito por el añorado Luis Eduardo Aute y elevado a los altares flamencos por José Mercé a compás de bulerías: «Presiento que tras la noche vendrá la noche más larga / quiero que no me abandones amor mío al alba» que el público de Mazarrón cantó junto al jerezano. Precioso momento al que siguió un ramillete de letras por bulerías jerezanas donde se acordó de la fragancia de su tierra y del cante taciturno de Luis de la Pica: «Él llega tarde se mete en la cama / me mira y no dice ni media palabra / supongo que si habla será con la almohada / Quizá yo soy pa él un poco de nada / Él pisa fuerte yo piso descalza / él mancha la alfombra yo limpio en la mancha / supongo que cree que yo soy su criada / Quizá yo soy pa él un poco de nada«. T E L A Luis y tela Mercé.
Se despidió Mercé con Aire, perteneciente al disco de nombre homónimo publicado en 1998, otro de sus temas que ya son himnos del flamenco y con los que Mazarrón vibró a la orilla del mar, bajo la luz de la luna y a los pies de sus Gredas. Y recuerden: «Aire, aire / Pasa, pasa / Qué tengas la puerta abierta / La alegría pa la casa«.
PD: Enhorabuena por este pedazo de proyecto Mares de Papel, compañeros hace escasas semanas de final en los XIII Premios WEB de La Verdad junto a Hormiga Hippy Market y el Real Club de Tenis de Murcia.
Redacción: Gabriel Maldonado Rufete.
Fotografía: José Miguel Cerezo Sáez.