La bomba Peláe explotó en Pamplona
En los últimos tiempos la polémica en el mundo flamenco está servida. Como ocurre desde hace muchísimos años, nuevas propuestas han ido surgiendo y por supuesto son criticadas por los más clásicos. Es ley de vida… La sociedad avanza y con ella la cultura y por supuesto la música. Evidentemente no vamos a entrar en la eterna controversia de qué es y qué no es flamenco, creo que sobre esto no hay dudas. Sin embargo, es interesante visitar un festival del género que acoge nuevas propuestas, que evidentemente no son flamencas, pero que han bebido de la tradición. Es el caso del Flamenco on Fire de Pamplona, que en ediciones anteriores ha tenido en su cartel a artistas como Rosalía o María José Llergo, que están acercando el flamenco a los públicos más jóvenes.
Pero esto no solo ocurre en flamenco, en muchas otras áreas de la cultura pasa lo mismo, por ejemplo, en la gastronomía. En nuestro recorrido por Pamplona, de los tradicionales pintxos de la calle Estafeta nos íbamos a la Calle San Nicolás, concretamente a Baserriberri, un conocido lugar de cocina creativa, cuya bOOMveja había sido ganadora en el año 2017 de la Semana del Pincho de Navarra. Una propuesta del chef Iñaki Andradas que rinde homenaje a la oveja del lugar, compuesta por un untuoso doriyaki relleno de crema de leche de oveja, que sirve como base a un fino picadillo de cordero al chilindrón al estilo thai sobre el cual se derrama un jugo de avellanas tostadas que produce un humo blanco simulando la lana de la oveja. Todo ello presentado en un recipiente en forma de bomba con su mecha. Sin duda, evolución de la tradición y fusión de sabores para disfrute de los sentidos. Pie nos daba para ilustrar lo que íbamos a ver y escuchar posteriormente.
Y es que, para la noche del sábado, el Flamenco on Fire programaba a la misma hora dos conciertos. Por un lado, Pitingo en el Baluarte; por otro, en el escenario de la Ciudadela, María Peláe, La Macanita y Raúl Cantizano y Los Voluble. Ojalá hubiésemos podido conseguir ese fenómeno paranormal que es la bilocación, pero desgraciadamente estamos muy lejos de alcanzar la divinidad. Así que, como ya habíamos visto el espectáculo “Mestizo y Fronterizo” en el Festival del Cante de las Minas de La Unión y teníamos muchas ganas de ver en directo nuevas propuestas, optamos por asistir al espectáculo del castillo de la ciudadela.
Desgraciadamente la climatología no acompañaba, la lluvia nos escoltó en el camino que nos llevaba a la fortaleza, donde descubrimos un improvisado patio de butacas abarrotado de paraguas, -bueno y de fervientes seguidores bajo ellos-. Desde luego que la experiencia no nos iba a dejar indiferentes. Pensábamos que si seguía lloviendo el concierto no iba a comenzar, pero claro los del norte son de otra pasta. Nosotros como extranjeros del sur no estamos acostumbrados a eso, pero por allí parece que no hay inconveniente en mojarse para poder disfrutar de la música.
Así que sobre el escenario aparecía Daniel Alanís que comenzaba a apuntar con sus programaciones los primeros sonidos de la noche. A la batería Antonio Bravo marcaba el ritmo para dar paso a María Peláe que agradecía al público, que resistía bajo la lluvia, su asistencia. Empezaba a sonar esa canción con la que la malagueña homenajea a Lola Flores y al mismo tiempo hace un guiño a Rosalía y a Residente. El remix de “Cómo me la maravillaría yo” actualiza la conocida canción de la Faraona. ¡Qué difícil es hacer una buena versión de una canción como esa!, sin embargo, con todo el groove de la base musical, ese loop de flauta que aporta organicidad necesaria, y toda la energía de la Peláe, con su personal locuacidad que se ve intensificada con los gestos que ilustran a la perfección lo cantado, se consigue ¡Vaya que si lo consigue!
Tras los aplausos del público –no me pregunten como aplaudían porque con una mano agarraban el paraguas, pero les aseguro que oírse se oían- María cogía la guitarra y Antonio Bravo se pasaba a las congas para interpretar esa especie de cumbia cuyo pegadizo estribillo dice: “Si me quieres al natural / Sin aditivos, ni tratas ni trampas / Mira que vengo de casa aliñá / Y hay que echarle papas”. El público comenzaba a moverse en sus sillas, recordemos que la normativa no permitía ni siquiera ponerse en pie y bailar en medio metro cuadrado y había que hacerlo sentados, eso sí, con mucho flow.
La lluvia se hacía más intensa pero el público se mantenía en sus asientos. La malagueña continuaba reivindicando la figura de la mujer con esa especie de tangos aderezados con morunas melodías programadas “Maruja, Dolores y Manuela / Provincia, cualquiera / Reinas y señoras / Mujeres… / Cuando podían daban la cara / Bueno, cuando podían… Cuando les dejaban”. María Peláe es un animal escénico. Además de toda la parte teatral, que hace que lleguen más sus letras, su baile personal y su forma de manejarse por el escenario dejan boquiabierto al público. En definitiva es artista y por ello lleva tatuado en su brazo la frase “Más allá del cuerpo, mientras viva el arte, viviré yo”.
De nuevo guitarra en mano, para acercarse al mundo de la salsa sazonada con grandes dosis de salero, la malagueña planteaba los acordes de “Prometo”, donde, una vez más, hacía alarde de su elocuencia y velocidad vocal. Esa canción que, en su parte final, rinde un merecido homenaje al venezolano Oscar de León con la deliciosa letra del archiconocido tema “Llorarás”. Un lujo saborearlo en la voz de María.
Y seguía echándole “papas y chocos” la Peláe al asunto. Llegaba el turno de “En casa de Herrero”, el que fuera primer single de la artista después de su primer disco “Hipocondría”. Ese tema que se acerca a la música urbana, gracias a la intensa base musical que lo hace reconocible al instante – y ¡qué difícil es eso hoy en día!- y con el que crítica a la industria discográfica hablando irónicamente de la “manía del artista de querer comer” ¡Cómo si aquello fuera un capricho o un lujo! Como reconoce la malagueña, la mayoría de sus letras son autobiográficas, de hecho, reconocía ante el público que siempre le había llamado la atención el festival navarro y que en los últimos años había querido asistir como público, pero que “desgraciadamente no tenía ni cuarenta euros para poder coger el autobús y un año después aquí estoy, no como público, sino encima del escenario” Las vueltas que da la vida en tan solo un año… que se lo digan al mundo…
La labia de María no tiene límites, esa retahíla de palabras que salen de su boca -cuyas formas aprendió de las chirigotas del Selu- hacen que los espectadores se agarren a la silla para poder seguir toda esa verborrea con sentido. Los trabalenguas se sucedían en la siguiente canción, como si fuese una rapera que actualiza lo clásico y lo popular, como una buena cocinera de su tiempo, que con multitud de ingredientes, e influencias de otras partes, cocina un plato nuevo. Peláe nos acerca a Lola Flores y a Martirio, nos lleva a la Mala, a Bebe o incluso a Raquel Winchester, pero la verdad es que es única y lo que podemos escuchar nos suena diferente, nos suena inédito. Con influencias, sí, pero nuevo.
Una vez más, ritmo de tangos desde el escenario, eso sí aliñados con sonidos urbanos. Son las cosas del momento… la personalidad de cada artista hace que se camine por las fronteras y que, en cierta medida, se edulcore lo antropológico para hacerlo masivo. María trabaja en ello y para ello, y sin duda después de su ya larga carrera se merece conseguir el éxito. La Peláe es flamenca por los cuatro costaos, evidentemente su cante no lo es, aunque en algunos momentos se arrima mucho, pero como ocurre con algunas otras propuestas, es capaz de acercar el género a nuevos públicos, inyecta ritmos flamencos a sus creaciones y sin duda esto es de agradecer. La clave del éxito está en la apropiación cultural y María sabe hacerlo. Partiendo de su universo personal, de sus vivencias y de sus ideas, es capaz de crear, claramente desde el momento en el que vivimos, y llevarlo al escenario de una manera atractiva y singular.
Llegaba el momento del recuerdo a las flamencas. Antonio Bravo con su cajón y Peláe con la guitarra nos ofrecían “Tablas”. Ese maravilloso tema donde la malagueña habla de la Tía Anica la Piriñaca, de la Paquera de Jerez, de la Perla de Cádiz y de tantas otras a las que “por el camino le pusieron más cadenas que las que ahora nos ponen a nosotras” incluyendo esa letra que tan bonita hacía el maestro Morente “Las mimbres del río / iban con Bernanda / la Alhambra lloraba / cantando Fernanda” para reivindicar también la figura de las de Utrera. Las ovaciones cada vez se iban haciendo más sonoras, el público comenzaba a adquirir nuevas habilidades equilibristas para sujetar sus paraguas y aplaudir al mismo tiempo. Cada día se aprende algo nuevo…
Con el siguiente tema, Peláe nos volvía a acercar a Lola con esa gracia característica y esa forma de recitar sobre el ritmo marcado por Antonio Bravo, por cierto impecable durante toda la actuación. La malagueña contaba aquí su llegada a Madrid, a ese piso de Lavapiés “que era tan pequeño que tenía que entrar ‘de lao’“ y ante la falta de recursos económicos cómo tuvo que buscar la inspiración viendo videos en Youtube de La Faraona, hasta llegar al punto de sufrir una experiencia sobrenatural apareciéndosele Lola para darle unos consejos. Ese monólogo intenso y vivencial servía como introducción a “Si se achucha entra” otra canción en la que la artista juega continuamente con las metáforas del día a día.
Desde bambalinas avisaban a María que, debido a las condiciones meteorológicas, solamente podía hacer una canción más, así que la Peláe y su banda se despedían interpretando “La Niña”, ese “hit” que se ha convertido en un éxito y que con mucha verdad, ironía y humor intenta naturalizar la homesexualidad femenina. La bomba Peláe había estallado en Pamplona y la repercusión llegaba unas horas más tarde, a las 7h55’, un terremoto de 3,1 grados en la escala Richter se hacía sentir en la capital navarra… Compruébenlo si lo desean…
Así llegaba el concierto a su fin, por lo ya comentado, no había tiempo para bises. La organización del festival salía al escenario para confirmar la cancelación del resto de conciertos, -al final tampoco eran tan duros los del norte- así que nos quedábamos sin disfrutar de La Macanita, Los Voluble y Raúl Cantizano. Menos mal que a la primera pudimos verla el día anterior…
En la mañana del viernes se presentaba Tomasa Guerrero en el balcón del ayuntamiento de Pamplona, con un vestido verde, como el color de la bandera de Andalucía y como el color de la bandera de la capital navarra que ondeaba sobre su cabeza. Pletórica, con un “¡Viva Jerez y Pamplona! ¡Ole el San Fermín guapo!” se presentaba ante el público asistente. El toque por alegrías de Manuel Valencia comenzaba a resonar en la plaza, y daba el tono para que la Macana acercase un poco más si cabe la Caleta a Iruña “Un duro le di al barquero / por pasar el Ebro a verte / que los amores de Navarra son caros / pero son buenos”.
Tras los calurosos aplausos del respetable, alineado en filas de a dos respetando las distancias de seguridad, como si de una legión se tratase, llegaba el turno de la malagueña de Manuel Torre, pausada y profunda “Yo entré en el jardín de Venus / a buscar la flor que amaba / me encontré a la liz morena / que era la que yo buscaba / para alivio de mis penas”, que culminaba la jerezana por abandolaos. La Macanita está en un momento de forma envidiable. Su voz se mantiene espléndida y la musicalidad que desprende es arrolladora.
Por tangos de Manuela La Gitana continuaba la Macana su recital. Tomasa estaba a gusto y se notaba “Conmigo, conmigo / tú te diviertes conmigo / sabiendo cómo te quiero / tú te diviertes conmigo / que Jesús del Prendimiento / te mande grandes castigos”. Recorriendo estilos y formas y siendo acompañada de manera excelente tanto por el toque de Manuel Valencia como por el compás de sus palmeros, la jerezana le sacaba todo el partido a su prodigioso metal.
Y cómo no, bulerías de Jerez, por derecho, destilando compás a raudales, acordándose de Mojama y de la Perla, para terminar con esas maravillosas Bulerías del Desenamoro “Oye tú como te digo / que no espero en la ventana / con el corazón en vilo / de la noche a la mañana / Y olvídame, y olvídame y olvida / mis andares eran tus pasos / mi pasión eran tus brazos / mi sonrisa tu alegría / y ahora soy agüita en la cantera / grano de arena en el carril / agüita clara que el arroyo lleva / suspiros de rosas de pitiminí”.
Así acababa el recital, nos íbamos con la esperanza, que desprendía el color del vestido de la jerezana, de volver a encontrarnos con ella en el escenario de la ciudadela para seguir disfrutando de su arte. Como decíamos no pudo ser. Sin embargo, nos fuimos con un buen paladar y es que el Flamenco on Fire nos había dado la oportunidad de disfrutar del sabor del puchero tradicional de la Macanita y de la nueva cocina de María Peláe. Para gustos los sabores… ¡Y qué suerte tenemos los que nos gusta comer de todo lo bueno!
Redacción y fotografía: Onésimo Samuel Hernández.