El Cante de las Minas se llena de juventud y revolución

 El Festival Internacional del Cante de las Minas es como un camaleón, muda su piel y pasa de la ortodoxia flamenca a la heterodoxia y la fusión musical con una facilidad pasmosa. Anoche fue uno de esos días. La Catedral del Cante se convirtió por momentos en una sala de conciertos de cualquier ciudad en vez del sacrosanto lugar que es para los flamencos más rancios. De Manuel Cuevas y El Cabrero, al musical Eterno Camarón, pasando por el empuje de un joven José Enrique Morente hasta los ritmos negros, norteamericanos y cubanos aleados con flamenco del seductor Pitingo. Y el público, que es soberano y paga, disfrutó anoche de lo lindo en La Unión. Que sea correcto o coherente que estas músicas estén dentro de un festival flamenco como el de la ciudad minera es harina de otro costal. Juzguen ustedes mismos…

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Uno de los Morente, el más joven, se enfrentó por primera vez en solitario al público del Festival Internacional del Cante de las Minas y salió airoso. José Enrique Morente dio muestras en La Unión del potencial que lleva dentro dejando claro que está preparado y deseoso de mostrar al mundo del flamenco su particular universo jondo. De puro blanco, acompañado por el toque sublime de Juan Habichuela nieto y la percusión de El Popo, el hijo pequeño de Enrique Morente tiró de voz e ilusión en su primer envite en La Unión. Amados y odiados en igual medida, lo que hace un Morente sobre un escenario no pasa desapercibido para nadie, anoche tampoco.

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Valiente José Enrique quien, tras el comienzo por rondeña rematada por fandangos a cargo de Juanillo Habichuela, nos llevó por caña. Taranta, la de Cuevas de Vera de Pepe Pinto y soleá en estos primeros tercios de su recital para templar su voz: el cante no es alegría / el cante es decir las penas / que tengo yo escondidas. Tientos tangos especialísimos en la guitarra flamenca de Juan Habichuela nieto encarando la parte final del espectáculo, parte en la que José Enrique Morente se encontró más seguro proyectando con más potencia el metal de su garganta.

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Fandangos al estilo de su casa, la casa Morente, en los que se regocijó con su cante. Se unió la guitarra de David Jiménez El Melón para que el compás brotase por arrobas desde el escenario. Bulerías; La Babilonia, El emigrante y Los saeteros en esa voz con ecos de su casta pero con una personalidad propia y que con el paso del tiempo irá adquiriendo más protagonismo.

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El presumido Pitingo volvió a la Catedral del Cante tras varios años de ausencia y lo hizo llenándola de su legión de seguidores que junto a la voz y los ritmos que los músicos derramaban desde el escenario pusieron patas arriba el espacio escénico unionense. Tiene Pitingo flamencura, es flamenco y anoche dejó píldoras de ello a lo largo de su actuación. Soleá y granadina, por derecho, para comenzar, por si alguien dudaba de su jondura. Posteriormente comenzó a Pitinguear, coplerías: Compromiso, Se nos rompió el amor y Corazón corazón a compás. Se detuvo en Cádiz, Sevilla y Jerez por bulerías y recordó emocionado a Moraito, acompañado al toque por la guitarra flamenca de Jesús Núñez.

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Breve descanso para Pitingo y ritmo incesante para nosotros. Nos quedamos con el trío de percusión compuesto por Carlos Merino, Cheto y Constan quienes volvieron a darle la vuelta a la catedral flamenca. De aquí al final de la noche asombro y perplejidad para unos, éxtasis para otros. Killing me softly, Rescue me, Ain´t no mountain high enough y I´ve just called to say I love you arrancaron de sus asientos a la gran mayoría del público unionense que bailó y tocó las palmas al compás de Pitingo. Momentazo de felicidad colectiva en La Unión.

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Cerró por fiesta el que se define «cantaor hasta que me muera» y volvió la Catedral del Cante a ser lo que es, un templo flamenco. Bulerías arrebatadas por el baile de los palmeros de su equipo: El Flamen, Mariano y La Turronera ¡Qué patailla de La Turronera! Atraco de Pintingo a las coristas África y Débora quienes también dejaron su sello por fiesta. Y así, entre caras contrariadas y otras llenas de felicidad acabó la tercera de las galas del Festival Internacional del Cante de las Minas.

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Redactor: Gabriel Maldonado.

Fotografía: José Miguel Cerezo Sáez.

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