Flamenco o libertad
Volvíamos a la carretera con un intenso fin de semana flamenco por delante y la ilusión de, tres niños y una niña, con zapatos nuevos. Los eternos campos manchegos abrazaban nuestras ganas que latían a compás de bulerías mientras Madrid, la controvertida Madrid, nos esperaba. El Café Berlín y sus propuestas de flamenco-jazz, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía con el Auto Sacramental Invisible realizado por Niño de Elche y el recital flamenco que Rocío Márquez ofrecía en el Teatro Auditorio Ciudad de Alcobendas eran nuestros alfa y omega madrileños. Alguno estará ya pensando que donde narices está ahí el flamenco…
Golpeado por la pandemia pero manteniendo su apuesta por la cultura el Café Berlín abría sus puertas a Javier Colina, Josemi Carmona y Bandolero con el maestro Pepe Habichuela de testigo mudo entre el público de la mítica sala de conciertos. Bajar las escaleras del Berlín y arribar al espacio escénico implica trasladarte a otra época y sentir entre sus sillones de terciopelo rojo, y sus cervezas a cinco pavos, la esencia de los viejos clubs de jazz.
Ponía en escena el trío de contrabajo, guitarra flamenca y percusión temas de lo que será su nuevo trabajo y que está macerando. De menos a más fueron regocijándose en las posibilidades que ofrece la música y en la aleación de estilos y conceptos. Sonó Tua cantiga de Chico Buarque en la que, ora contrabajo, ora toque, nos llevaron por vereas jazzeras honrando al maestro brasileño. De los ritmos sudamericanos a Cai. Alegrías matizadas con el sello Morente – Habichuela y gloria.
Juegan Colina y Carmona con la música e intercambian los supuestos roles de cada uno de sus instrumentos. El toque crece en los temas más jazzisticos y el contrabajo ejecuta el papel de la voz y vuela alto en los más flamencos. Así ocurrió en el clásico irlandés Danny Boy o en Duende night. El recuerdo a otro grande del género, Chick Corea, emergió con Spain donde aceleraban o ralentizaban el tempo y los ritmos con el toque de Josemi como protagonista. A continuación la música popular madrileña se coló en el Berlín. La violetera popularizada por Raquel Meller y compuesta por José Padilla se vistió de vanguardia más de cien años después de su creación. Más gloria.
La noche siguió caminando libre y juntos ofrecieron unos fandangos sin nombre creados por Josemi Carmona a los que nosotros llamamos fandangos abandonaos ya que según el propio tocaor comenzaron siendo este clásico palo para teñirse de decenas de matices jazzísticos. El remate de nuestra vuelta a la corte llegó cargado de luz con los solos improvisados que protagonizaron cada uno de los artistas.
Disfrute y gozo que aumentaron con las obligadas (y breves) cañas libertarias por la Cava Baja madrileña. Al día siguiente nos esperaban dos reinas: la primera, la Reina Sofía, bueno, el centro de arte que lleva su nombre, la segunda, la que ya por muchos es considerada reina del cante, Rocío Márquez. Pero eso se lo contaremos en breve. Mientras… ¡Flamenco y libertad!
Redacción: Onésimo Samuel Hernández Gómez / Gabriel Maldonado (Al alimón)
Fotografía: José Miguel Cerezo Sáez.