El viaje íntimo de Dorantes
La vida es un viaje. Desde el momento de la concepción ya estamos en ello. En nuestra infancia avanzamos despacito hacia el autodescubrimiento mientras que en la adolescencia el mundo comienza a abrirse ante nosotros. Nos enamoramos, reímos, lloramos, aprendemos… La juventud como estadio previo a la adultez se convierte en una vorágine de sensaciones y emociones, en una época donde lo queremos abarcar todo y donde creemos dominar el mundo. Con la madurez llega la calma, el disfrutar otros placeres, el degustar momentos íntimos como los que nos regaló Don David Peña Dorantes en La Unión.
El maestro Dorantes ofreció en su recital de la LX edición del Festival Internacional del Cante de las Minas un viaje musical por su pasado y sus recuerdos con el espectáculo IDENTIDAD. Acompañado por un Pedro el Granaíno en estado de gracia fueron desgranando pasajes de la vida del de Lebrija en clave íntima y flamenca. Comenzó David Peña Dorantes por rondeña. Despacito, profundo, jondo y padentro. Se unió a su toque con ecos de bulerías la voz del Granaíno con el clásico como Yo te diré de Antonio Machín.
El viaje a la vera del piano flamenco de Dorantes continuó de forma intimista por granaína con el cante de Pedro: «Se fue perdiendo la Alhambra con el llanto de mis ojos / se fue perdiendo la Alhambra / y yo me acordé de aquel moro / y que lloró por ti Granada / lo mismo que yo te lloro«, que derivó con un guiño a la tierra por taranto: «¡Ay! Dónde andará el capataz / de la mina donde yo trabajo / y a dónde andará el capataz / que ayer le dije en el tajo / que a mi me subiera el jornal / ¡Ay! Si no a la mina yo no bajo«. Mágico.
De nuevo se regocijó el maestro al piano en solitario, recogiéndose y dejando volar falsetas de su último trabajo La Roda del Viento en el que rememora el V centenario de la primera al mundo de Magallanes y Elcano. Expresó su sentir ora pausado, ora arrebatado y dejó paso al dramatismo en la voz profunda de El Granaíno por seguiriyas: «Y no me dejes más penas / que yo seré un esclavo tuyo hasta que me muera«.
En los últimos lances de la noche olimos a azahar, a Sevilla y sus calles con el paseo que Dorantes nos regaló por ¿tangos? ¿alegrías? con los que remató su actuación aunque el público de La Unión no lo dejó irse. Doble bis del maestro ante el clamor popular. El primero Batir de alas, un emotivo recuerdo a su madre, el segundo, el himno de Dorantes con el que tantas veces me he emocionado: Orobroy.
Y ojalá haya sido capaz de expresar y describir la emoción, el pellizco, el dolor y todo el abanico de emociones que nace del piano de Dorantes. ¡Gracias, maestro!
Redacción: Gabriel Maldonado Rufete
Fotografía: José Miguel Cerezo Sáez