Dos corazones y todo el tiempo por delante
El mejor legado que Enrique Morente pudo dejar a sus hijos fue el concepto de libertad, la valentía y el amor a la cultura de los que Soleá y José Enrique Morente están envenenados hasta las trancas. Dos corazones a un tiempo fue la propuesta en la tercera noche de la Cumbre Flamenca Murcia que supuso un bello paseo de la mano de dos osados jóvenes en la aurora de sus carreras, dos artistas con un apellido que debe dar tantas alas como pesar y lastrarlas. Sin embargo, el Teatro Circo de Murcia en la noche del pasado jueves 16 de febrero no pesó, levitó a su compás.
Era, es de ilusos esperar clones del maestro granadino, lo es más buscar en ellos ecos de grandes nombres del cante. Sigue siendo de necios pensar en que atesoran voces de esas antiguas y clásicas que duelen al escucharlas. Soleá y Kiki son otra cosa, ambos. Siendo flamencos y desde el flamenco que le han inoculado, ofrecen dos visiones distintas de este arte universal. Ella, Soleá, la indie, viste su cante de dulzura, lo aleja de ortodoxias y a la vez le da el pellizco que ella vive y siente. Él, Jose Enrique, Kiki, navega por vereas más austeras. De voz limpia, clara y potente, de metal por hacer y curtir pero lleno de matices y colores. Así son, y eso, se quiera o no, llega.
Buena entrada en el espacio escénico murciano que acogía expectante el espectáculo de los hijos menores de Morente: Dos corazones a un tiempo. Fundido a negro el escenario y sin estridencias arrancó la noche con el toque sutil por taranta de David Carmona al que se unió Kiki por abandolaos y fandangos del Albaicín. Buen comienzo para la parroquia morentiana con un José Enrique más esculpido, con más control vocal y personalidad. Por soleá continuamos al abrigo de la voz clara del joven cantaor. Taranto, Cuevas de Vera de Pepe Pinto para ofrecernos los ecos del ronco de Granada. Ahora sí, recodamos a D. Enrique Morente. Bernardo de los Lobitos y esos preciosos tientos para continuar: La verdad a mi me engañó, Aquel pocito inmediato y tangos de su casta para cerrar esta primera parte con Kiki en las tablas del Teatro Circo:
La verdad a mi me engañó,
yo me fié de la verdad,
la verdad a mi me engañó,
cuando la verdad me engaña
de quien me voy a fiar yo.
Llega el turno de Soleá, quien se adueña del escenario para darle una vuelta y media a la noche a base de sensibilidad y carisma. Camisa de lunares negros y con la muñequera de tachuelas que su padre llevase en la gira de Omega comenzó la mediana de los Morente a desgranar su cante. Eso nunca lo diré, con aires de granaína su primera parada. Sevillanas con Busco el quererte y las castañuelas rockeras en las manos de Soleá para mantenernos atentos a su propuesta musical. Grata sorpresa escuchar la Leyenda del tiempo de Camarón de la Isla bajo otro prisma. Íntimo y cálido este tema mítico en el teclado del zurdo JJ Machuca (grandes los zurdos JJ) y la voz de Soleá. Y más cercanía, más sensibilidad entre el Lori y la cantante: Pensando en ti. Cerró su espacio en solitario Soleá por tangos de la casa, ya de nuevo con la guitarra de David Carmona y la percusión de El Popo. Si, Soleá es otra cosa.
Se unió a la fiesta Kiki, a la vera de su hermana y con una guitarra acústica entre sus brazos para acompañarla: En este corazón hay una alondra, y en la voz de Soleá, sentimiento y cante padrentro, desde dentro. Bajo ese halo ensoñador se retiraron los artistas del escenario esperando el aplauso del Teatro Circo. Todavía, fue su primer bis tras el esperado aplauso murciano. Bulerías, de nuevo recordando la casa de Morente y con el baile de improvisado y enérgico de El Popo, para despedirse de la Cumbre Flamenca Murcia, una tierra que sigue siendo fetiche para ellos, para los Morente.
Redacción: Gabriel Maldonado.
Fotografía: José Miguel Cerezo Sáez.