Dolor y emoción en Murcia Flamenca

 La maravillosa minoría volvió a reunirse el pasado viernes en torno a una voz y una guitarra, ante la magia del flamenco. La voz, Antonio Puerto, el toque, Antonio Fernández El ToreroMurcia Flamenca ofreció la segunda gala de su nueva temporada en La Madriguera en una noche de cante profundo y sentido, de ese que te remueve y te llega. Es Puerto un cantaor de corazón y en Murcia lo dejó bien claro ante un público que le agradeció el derroche.

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Toná para arrancar con un guiño a Murcia, a la tierra, en la voz grave del cantaor gaditano que continuó por vereas jondas con la malagueña de El Mellizo. Se atisbaba ya en estos primeros compases que iba a ser una velada de enjundia. De Málaga a Alcalá por soleá, más sentimiento arrojado desde las tablas de la peña murciana que se retorcía de gusto y dolor a su vera.

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Cambió el tercio Antonio Puerto para llevarnos a su tierra y regalar unas alegrías bellísimas, cantadas despacito y regocijándose en ese cante de la Tacita de Plata. Del Gloria se acordó también el cantaor en una larga tanda de fandangos junto a la brillante guitarra de Antonio Fernández El Toreroque, con su toque, dio más luz a la noche.

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En el último tercio del recital nos llevó por taranto a Almería para encarar ya este el tramo final, de nuevo por soleá, acordándose de Cádiz. Seguiriya su penúltima estación para arrojar la hiel y erizar con ese cante desbocado que el gaditano atesora. Agradecido se despidió de Murcia Flamenca y de esa maravillosa minoría antes aludida por fandangos recordando al maestro Toronjo. Noche de cante grande y de las que se guardan en el cajón de las esencias flamencas.

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