Belleza y claridad en el Patio de la Acequia

 Plotino, el último gran filósofo del helenismo, se refirió allá por el siglo I al ser humano y sus querencias hacia la belleza afirmando que «el hombre percibe lo bello casi siempre con la vista, aunque también lo hace con el oído». Años más tarde, su discípulo Porfirio recogió las enseñanzas del maestro en cincuenta y cuatro tratados, las Eneadas. En ellas siguió versando sobre lo bello, yendo todavía mas lejos y preguntándose si hay otra belleza superior a las percibidas por la vista y oído y que constituyan su fuente  Casi dos mil años después quizá hayamos dado con la tecla: la belleza nace del alma.

La Alhambra de Granada, el Generalife y su Patio de la Acequia acogieron el pasado lunes 29 de junio el flamenco de Rocío MárquezMiguel Ángel Cortés con el recital on line que ofrecieron para la versión digital del Festival de Granada 2020. El espectáculo Cantes de luz supuso la aleación de la voz cristalina de la onubense, el toque sereno del maestro granadino y lo excelso de las construcciones moriscas plasmadas en ese patio regado por una larga canal por la que limpia y pura discurre el agua. Belleza, belleza que nace del alma.

Rompió el silencio del palacio nazarí Miguel Ángel Cortés con su toque ora sobrio, ora colorido, por bulerías. Melosa, dulce y emocionada arrancose la Márquez por guajira, meciendo el cante y acariciándonos desde la lejanía con el metal de su garganta. La luz y los cantes que la acompañaban ya era dueños del Patio de la Acequia y apenas había susurrado unos tercios.

Lámpara Minera 2008 en el Festival Internacional del Cante de las Minas, ofreció profunda aires de Levante en recuerdo a uno de los hijos de la tierra, el maestro Enrique Morente, quien pusiera voz a la poesía del oriolano Miguel Hernández y que plena de conocimiento reinterpreta la de Huelva: «Yo quiero ser llorando el hortelano / de la tierra que ocupas y estercolas / compañero del alma tan temprano«. Serrana y abandolaos con sabor a pueblo y tradición el siguiente latido flamenco a su vera.

El dolor de su cante por petenera, un tierno suspiro lleno de paz y la claridad de su mirada dieron paso al matrimonio de voz y toque por tangos. Resonó de nuevo el eco de los Morente: «Quieren que me esté callao / a mi lengua le eché un nuo / esa gente son capaces de hacerle hablar a un muo«. Pausaba Cortés las cuerdas de su guitarra y arreciaba la Márquez más desbocada, callaba Rocío y emergía virtuoso el toque del granadino. La Alhambra era una fiesta, el Sacromonte vibraba, Granada sonreía. Más belleza que seguro aplaudiría Plotino.

Nos llevaron por los campos marcheneros de los que tanto ha bebido la onubense con el hermosísimo Romance a Córdoba en el que canta, recita, suspira, emociona…. Continuó por Marchena con la milonga El año del cometa, de su disco El Niño y en esta vorágine de sensaciones se detuvieron estos anfitriones de la emoción por caracoles con reminiscencias y compases gaditanos. La luminosidad de esos aires sagrados de la antigua Gadir mutaron a negro con su cante por seguiriyas que nacieron en la guitarra desbocada de Cortés y se tiñieron de sangre en la voz de una Rocío que levitó al abrigo de su quejío : «Lo peor de la condena es cogerle el gusto a las caenas». Cuplé por bulería para rematar una noche preñada de delicadeza, Me embrujaste y el eterno Se nos rompió el amor de la Jurado.

Belleza y claridad que llegaron a casa desde el Patio de la Acequia… ¡Qué diría Plotino!

Redacción: Gabriel Maldonado Rufete.

 

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