A un suspiro de la gloria
La XXXVI Cumbre Flamenca Murcia nos dejó a un suspiro de la gloria. La gala ÚNICOS con la que concluía el festival flamenco de la ciudad de Murcia y que estaba predestinada a cerrar de forma apoteósica el evento, navegó entre el genio, el tronío y la anarquía. Remedios Amaya y El Pele sus protagonistas, con voluntadas similares y suertes circundantes.
¡Qué aplauso más precioso! Así respondió Remedios Amaya a la ovación que el público de la Cumbre Flamenca Murcia le tributó nada más pisar las tablas del Teatro Circo. La trianera salió como un volcán en erupción al escenario murciano anunciando: «estoy en deuda con Murcia y aquí estoy para cantaros con todo mi corazón y muy feliz de estar en esta tierra«. Era pura luz, era energía y era lava incandescente que arrasaba todo lo que abarcaba en los primeros lances de su cante, por cuplé por bulerías, y con el que consiguió estremecerme en mi butaca.
Continuó por tangos, llenos de compás, en un nuevo despliegue de flamencura junto al toque de El Perla. Iba y venía por el escenario, cantaba a pelo al borde del patio de butacas, realizaba desplantes…un auténtico espectáculo que remató por taranto. Ese que dice: «De Cartagena a Murcia, de Linares a Cartagena, de Cartagena a Murcia, donde nació la minera, que conocemos hoy día y los mineros la cantan«.
Volvió a llevarnos por bulerías cuando un espectador la interpeló, al parecer varias veces, interrumpiendo su exhibición de cante de inspiración y su esencia se fue diluyendo, para nuestra desdicha. Se despidió entonces de Murcia con su mítico «Quién maneja mi barca» saliendo de las tablas con la misma energía con la que pocos minutos antes nos había conquistado. Fuerte y resignado aplauso de sus aficionados y ¡qué breve Remedios!
Manuel Moreno Maya, «El Pele» cerraba la noche y lo hizo como mejor sabe, con buen cante. Sereno y profundo fue desgranando, palo a palo, toda la sabiduría que atesora en el privilegiado metal de su garganta. Comenzó su recital con «Suelta la luna un suspiro» con matices árabes, por zambra, a la vera del toque de Niño Seve. En un alarde de libertad y conocimiento, fue ligando tercios y cantes. Se acordó entonces del poeta de Orihuela, Miguel Hernández, y su «Elegía a Ramón Sijé» que mutó a tangos «Dime Ana«.
Por soleá llegó de lo mejor de la noche. Se retorció, nos retorció, por varios estilos, acordándose de grandes de este arte, pero con su personalísima forma de ver y decir el cante: Utrera, Pastora o Juan Mojama.
«Te acuerdas cuando entonces
bajabas descalcita
y ahora no me conoces»
Meció el cante por alegrías antes de, ante las peticiones del respetable, anunciar: «No preocupaos que aquí tenéis Pele pa rato«. Y así fue. Larga tanda de letras declamadas despacito, cual torero ejecutando una faena redonda y Murcia ya estaba en su bolsillo. No faltó «El pañuelillo«, sevillana que dedicó al sector femenino de la sala, como tampoco dejó en el tintero sus famosos tangos «Vengo del moro», coreados por el respetable murciano.
La faena la completaron la propia Remedios Amaya y El Pele con sus compañeros de viaje; palmas, percusión y toque, todos juntos por fiesta, para cerrar una noche que lo tenía todo para ser inolvidable y que se quedó a un suspiro de ello pero en la que sin duda gozamos de flamenco de altísimo voltaje.
Redacción: Gabriel Maldonado.
Fotografía: José Miguel Cerezo.