Alfredo Tejada abrió la puerta grande en su debut en El Taranto

Con las fiestas de carnaval tocando a su fin y en vísperas de San Valentín debutó Alfredo Tejada (Málaga,1979) en los aljibes de la Peña El Taranto. Es un cantaor joven que tiene ya un vasto currículo, especialmente como miembro de compañías de baile flamenco de primera categoría (Mario Maya, Eva Yerbabuena, Blanca del Rey, Fuensanta La Moneta, Fundación Antonio Gades…) con las que ha trabajado en los más prestigiosos teatros de medio mundo. Nacido en Málaga, se forma como artista en la ciudad de Granada, en la que reside desde los doce años de edad. Estudia canto, solfeo y trombón en el Conservatorio Victoria Eugenia, lo que le permite enriquecer los conocimientos heredados en el ámbito familiar.

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Como suelen hacer casi todos los cantaores que alcanzan un buen nivel en el cante para bailar, Alfredo decidió dar un paso adelante como protagonista en peñas y festivales. De un extraordinario recital en la famosa Peña La Platería, graba el disco Directo en 2015, acompañado a la guitarra por Antonio de Patrocinio Hijo. Con este mismo guitarrista hizo su presentación en El Taranto, la que suponía para él un hito importante en su carrera. Y escribo esto porque así lo manifestó Alfredo Tejada antes de comenzar su recital: «Soy socio de La Platería y sé lo que significa debutar hoy en El Taranto. Tenía muchas ganas de que llegara este momento. Poco a poco se van cumpliendo mis objetivos como artista«. Naturalmente, el entendido público de los aljibes le agradeció el gesto con un prolongado aplauso.

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Es Alfredo Tejada un cantaor muy interesante. Tiene buenas condiciones físicas para el cante, conocimientos musicales, sentido del compás (condición sine qua non para ser un buen cantaor para el baile) y vocación por el arte flamenco. Hay que agradecerle el detalle, que otros artistas flamencos deberían imitar, de anunciar cada palo que iba a interpretar, matizando incluso los distintos estilos. Lo de cantar la liviana, siguiriya y toná liviana, es un alarde de clasicismo que por su rareza justifica algunos de mis elogios anteriores. No obstante, me atrevo a anotar un defecto que creo puede superar: la lentitud con la que, a veces, ejecuta el cante. Esta forma de interpretar, adquirida tal vez por las exigencias del cante para bailar, desluce el resultado restándole tensión flamenca. Y digo que es un defecto que puede limar puesto que no lo hizo a lo largo de todo el recital, tan solo fue muy evidente en algunos palos.

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Hizo Alfredo un recital largo por malagueñas, tientos-tangos, soleares, cantiñas, cantes abandolaos, liviana-siguiriya y toná liviana y bulerías por soleá. No se le puede poner una sola pega en cuanto a su entrega que el público premió al final con una gran ovación. Ovación merecida que también iba dedicada al espléndido acompañamiento de Antonio de Patrocinio Hijo que, acorde con el gran nivel de la guitarra cordobesa actual, deleitó al público con un toque limpio, poderoso y muy flamenco.

Texto: Miguel H. Pérez.

Fotografía: Jesús Amat.

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