30 años de alma y ruptura

 Treinta años lleva Martirio desnudando la copla de los corsés y ortodoxia de la que la quisieron vestir en la España de la posguerra aquellos de cuyo nombre preferimos no acordarnos. Y aquella joven que grababa coplas cuando casi nadie lo hacía, años más tarde las vistió de una personalidad arrolladora, estilo que treinta años después sigue vigente y continua arrastrando a nostálgicos y vanguardistas, a jóvenes y mayores. Seguidores, todas y todos, que el pasado viernes la arroparon en el Teatro Romea de Murcia. Porque aunque la propia artista confesara desde las tablas del teatro que lleva treinta años mu mala, no es verdad, la única verdad es que la onubense goza de una actualidad y salud musical de hierro.

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Realizó Martirio en la noche murciana un repaso por su carrera, esa que como saben cumple 30 años estos días y esa misma que la ha llevado por miles de escenarios dotándola de un conocimiento y un saber estar que muy pocos poseen y muchos anhelan. Arrancó con esa confesión a la que antes hacíamos referencia: estoy mala, mu mala para posteriormente y haciendo un guiño a un espectador le dedicase su Madurito interesante en la que desgrana una velada crítica a aquellos hombres que creen que el centro del mundo gira en torno a su ombligo. Al amor tardío le cantó la de Huelva con una sevillana a ritmo de swing porque ella fisiona cualquier palo, cualquier estilo para fusionarlo con otras músicas.

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Ya había echado a volar su mundo Martirio al cielo del Romea, ese mundo a camino entre surrealismo, fantasía y momentos llenos de ortodoxia en su cante. Con esa voz, teñida de elegancia y dulzura que atesora, nos llevó a ritmo de jazz por coplas eternas: Ojos verdes, Dicen y Tatuaje. Nostalgia entre el público que acogía con agrado la propuesta de la cantante aunque quizá con un poco de frialdad.

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Tu eres mi marío junto al piano pausado de Jesús Lavilla fue el comienzo de una segunda parte del concierto, más intima y con momentos de gran intensidad. Recordó a Carlos Cano con María la portuguesa y nos paseó por Sudamérica: Mucho corazón a compás flamenco. Aleó el tango argentino Uno por soleá por bulerías con un varios momentos muy especiales entre el contrabajo de Reiner Elizalde Negrón y las palmas de la propia Martirio, acabándonos por derretir con otro tango, Volver, a compás de bulerías.

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La sensibilidad llegó para quedarse con nosotros hasta casi el final de la velada. Confesó Martirio su querencia para con Compay Segundo a quien evocó con Es mejor vivir así y temblando nos dejó con ese trágico bolerazo de Félix Reina, Si te contara. De Cano a Segundo, de éste a Reina y del compositor cubano a Chavela Vargas. ¡Qué mundo ha vivido Martirio y qué bonito brota desde el escenario! Recordó a la gran dama del cante mejicano con Un mundo raro y Quisiera amarte menos con la percusión de Guillermo McGuill por bulerías. Y con uno de los nuestros, con uno de los que al menos para el que suscribe estas palabras, es y será considerado más pronto que tarde uno de nuestros grandes poetas, con Joaquín Sabina y su Noches de boda puso el cuarteto fin a este ratito de emoción y cercanía con Martirio.

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Ya en la recta final de la noche volvió ese imaginario martiriano: La bien pagá o Paid so well como nos cantó, copla en inglés y el Romea sonreía. Más Martirio en estado puro, más libertad y heterodoxia, más ganas de pasarlo bien: Compuesta y sin novio y Arreglá pero informal tras una intensa ovación del teatro murciano para acabar así las cerca de dos horas de concierto en la vuelta de Martirio a Murcia y en la vuelta a Murcia de la sonrisa…

Redacción: Gabriel Maldonado.

Fotografía: José Miguel Cerezo Sáez.

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