Rocío Márquez emociona al público de Carboneras
Rocío Márquez, Lámpara Minera y vencedora de los cuatro primeros premios en el Festival Internacional del Cante de las Minas de la Unión en el año 2008, presentó en Carboneras su espectáculo Las riberas del cante acompañada por la guitarra de Manuel Herrera. Desde la apertura de puertas se respiraba en el ambiente una gran pasión flamenca en el Castillo de San Andrés. Había ganas de volver a ver a Rocío Márquez en escena en su segunda actuación en la localidad almeriense y así se pudo constatar cuando días antes se anunciaba que las entradas para dicho evento estaban agotadas.
Comenzaban a sonar los primeros acordes de la guitarra de Manuel Herera, a su lado, la cantaora con una concentración absoluta iniciaba las primeras pinceladas de arte en su hermosa voz, voz que se complementaba con un silencio absoluto y un público que apenas parpadeaba. «Buenas noches Carboneras, es un placer para nosotros estar aquí por segunda vez, disfrutar de vuestra compañía en este precioso lugar, esta noche haremos un repaso flamenco tal y como indica el programa, pero también habrá alguna sorpresa para ustedes» dijo la onubense desde el escenario.
En Las riberas del cante Rocío Márquez presenta un ramillete de cantes clásicos con letras y arreglos de hoy, un soplo de frescura y sabiduría flamenca. Una propuesta que revela una nueva faceta de su personalidad artística. Durante la velada fue intercalando temas de su nuevo trabajo El Niño y Claridad, su anterior trabajo. Rocío canta palos que apenas ejecutan hoy en día, jotilla de Aroche, guajiras, peteneras, romances… Y lo hace acudiendo a letras que rebusca en cajones de los que ya nadie se acuerda.
El público se mostraba emocionado y en algunas ocasiones podían contemplarse lágrimas provocadas por la sensibilidad del cante de Rocío, una Rocío que ofrecía gestos de agradecimiento desde el escenario, su bonita sonrisa en la cara y el querer devolver todo el cariño recibido en forma de cante, prueba de ello fue el Romance a Córdoba, el cual dedicó al público de Carboneras, «Si hay algo por lo que me gusta volver a esta tierra es por el cariño que me dais, por reencontrarme con grandes amigos, Ángel Domínguez, Leo, Pako Manzano, que es un artistazo, otro gran artista, como lo es Julián Pérez Páez, que ha venido desde Murcia, los amigos que se han desplazado desde Málaga… Gracias a todos, por el respeto tan grande que sentís por el cante, y como no, gracias a la organización y a Salvador Hernández por su buen hacer y no permitir que nunca nos falte un detalle», tras unas palabras de agradecimiento, el público quiso agradecérselo en pié, ovacionando a la artista.
La noche continuó con unos exquisitos Cantes de Levante en los cuales la artista demostró nuevamente sus calidades vocales. Es Rocío una cantaora que modela el cante a fuego lento, a pellizcos, esos pellizcos que le salen de su dulce voz, esa voz que da la sensación de una suave melodía, pero que esconde tras ella una gran resistencia.
Para terminar la noche, nada mejor que un buen ramillete de Fandangos de Huelva, la tierra donde nació y creció, donde susurró sus primeros cantes. Desde el corazón le latían los fandangos en la garganta. Un despliegue el suyo en el que Rocío puso el alma a pie de escenario para devolver todo el cariño recibido, un público que poco a poco iba levantándose de las sillas para despedir su recital en pie, algo asombroso, un impacto de complicidad.
Nada más bajarse del escenario, la artista onubense no dejó de atender a todo el público que la esperaba con su disco en la mano, dispuesto a llevárselo autografiado y una foto junto a ella, la artista que les regaló una noche inolvidable con la magia de su voz, su puesta en escena y su saber estar.