Las Minas F-L-A-M-E-N-C-O Tour llega a casa
Cartagena y su puerto acogieron en la noche del sábado 12 de diciembre la parada y fonda del espectáculo Las Minas Puerto Flamenco en su llegada a casa. Se convirtieron las tablas del Auditorio El Batel en un muelle de mediados del siglo pasado en el que los colores, olores y esencias de unas y otras tierras se mezclaron entre sus gentes, llenas de vida y pasión. Mercancías, sonrisas y cantes, cantes de ida y vuelta, creados en unas latitudes, enriquecidos en otras; vivos, bellos, eternos. Honrando así, en este magnífico espectáculo, nuestro pasado, nuestra cultura, nuestra historia de la mano de un excelente elenco de artistas triunfadores en el Festival Internacional del Cante de Las Minas de La Unión.
Estética y sutil comenzó la velada con el espectacular trío de bailaores; Amador Rojas, Eduardo Guerrero y Yolanda Osuna meciendo sus cuerpos a compás de la guitarra de José Tomás Villalta por rondeña sobre el fondo rojo carmesí del auditorio. Tras ellos y fundiéndose entre el público, a modo de mercaderes ofreciendo su género, rompían el silencio de El Batel por pregones las voces profundas de los cantaores Bernardo Miranda y Manuel Soto a quienes siguió Gema Jiménez por romance.
Sentíamos ya la brisa del mar y el olor a vida de aquellos puertos con todo los artistas de Las Minas Puerto Flamenco Tour sobre el escenario mientras sonaba por taranta el toque de José Tomás. Arte en estado puro, fusión de cante, toque y baile por bulerías que arrancaron con la flauta flamenca de Óscar de Manuel que acompañó los trasiegos, las idas y venidas de los bailaores que roneaban y ponían la sal a la velada.
Zapateado para soñar con el baile de Yolanda Osuna y su abanico, por guajira, susurrada en la voz de Bernardo Miranda y jaleada por el resto de sus compañeros ¡Bonita parada! Seguían meciéndonos los artistas en la noche cartagenera, esta vez con el baile de Amador Rojas por tangos. Sensual y contundente el de Los Palacios. Tras éste, por caña, se arrancó otro grande, Eduardo Guerrero, con su baile elegante y vanguardista para dejarnos con ganas de más flamenco.
Tras esta primera y arrebatada primera parte, nos quedamos a solas con la guitarra flamenca de José Tomás y la percusión de Lolo Plantón por soleá por bulerías. Amador Rojas nos introdujo, a continuación, con su baile solemne, por soleá en una interminable sucesión de mudanzas y zapateado, amén del estético juego con su pañuelo abarcando el gran escenario de El Batel que provocaron la ovación del respetable. Turno ahora en esta incesante noche de emociones de la cantaora Gema Jiménez que nos llevó por malagueñas a las que siguieron, de nuevo, el baile mágico de Eduardo Guerrero por seguiriya. Enorme el de Cádiz en su derroche de técnica y potencia al baile ¿Dije enorme? Gigante…
La percusión también tuvo su hueco, Lolo Plantón se marcó un solo en el que fue jugando con el ritmo; ora tangos, ora bulería que aceleraba y pausaba para regocijo del respetable. Encarando la parte final del espectáculo, el escenario se fundió a negro en el baile por peteneras de Yolanda Osuna. La petenera de Medina el Viejo en la voz de Manuel Soto y la de La Niña de los Peines en la garganta más jonda que nunca de Bernardo Miranda.
Nadie me tendió la mano
cuando más hundío estaba.
Que nadie venga a mi puerta,
que nadie venga a mi puerta
pidiendo un sorbo de agua.
Nadie me tendió la mano
cuando más hundío estaba.
Precioso el baile de la cordobesa ensimismada en su drama y pena. Envuelta en un pañuelo y ceñido vestido negro desfiguraba su rostro ofreciendo al auditorio todo su arte y expresividad que de nuevo el público cartagenero supo agradecer con una cerrada ovación. ¡Ole tú, Yolanda!
Tras ella volvió la dulzura y la calma a El Batel con Gema Jiménez quien nos llevó por habaneras y por ese soñado malecón. De La Habana a Cádiz, tierras hermanas. Se derramó, ya, toda la sal por las tablas del auditorio para gozo la concurrencia. Y por aquella tierra, por esa hermosa bahía, a la vera de su arena blanca y su sol dorado, con todos los artistas reventando las tablas, por alegrías y bulerías de Cádiz, en El Batel concluyó una excelente noche en la que quedó claro que en La Unión y en Las Minas Puerto Flamenco Tour se habla de flamenco, del bueno, F-L-A-M-E-N-C-O.
Fotografía: José Miguel Cerezo Sáez
Texto: Gabriel Maldonado Rufete